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Lugar: Buenos Aires, Argentina

Dedicado a los luchadores en la guerra civil española y en la postguerra en defensa de un mundo mejor, aquellos que defendieron un gobierno legítimamente constituído. A través de estos tres blog difundiré testimonios que forman parte de nuestra memoria histórica, escritos sobre los derechos humanos en la Argentina , en España, en Latinoamericana, experiencias del exilio y sobre todo aquello en lo que pueda ayudar a través de la palabra escrita en pos de luchar contra el silencio y el olvido que se cierne sobre la sociedad española de hoy. autorizaron a su publicación. Inés García Holgado

jueves, 24 de junio de 2010

Marçal Isern. Associació Memòria de Mallorca]
Dice Damià Ferrà-Pons, historiador Mallorquín especialista en el arte en la isla durante la dictadura fascista, que los monumentos son una ocupación del espacio público por parte del estado y si añadimos que el fascismo Español pretendía ser eterno, tenemos los ingredientes necesarios que conforman la monumentalidad del régimen fascista del general Franco. Si a esta receta le añadimos que el golpe de estado monumentalizó (y ocupó) calles y plazas a golpe fusil y tiro en la nuca, tal y como analiza magistralmente Javier Rodrigo en su ensayo sobre la violencia durante la guerra civil y la dictadura, tendremos una ofensa no solo a sus víctimas si no a todos los demócratas, que hacen de los valores democráticos el único modelo válido de convivencia en una sociedad moderna. El profesor Ricard Vinyes, en su artículo “Sobre el uso de símbolos y ruinas” del 21/05/2010, propone usar los monumentos como elementos pedagógicos, como elementos de “ética” para las generaciones de Españoles que no vivieron y no conocen los aspectos sociales de la guerra o de la dictadura. Dudo que el profesor Ricard Vinyes desconozca todos los manuales que sobre el arte del Franquismo se han editado en España des de la muerte del dictador, algunos publicados a finales de los 70 con el recuerdo a Franco aun caliente, y con las primeras retiradas de calles o elementos monumentales, tales como cruces a los caídos que poblaron y aún pueblan algunos pueblos de España. En esos manuales, de lectura imprescindible para entender los monumentos, queda claro el mensaje que Franco y sus leales servidores pretendían dar a lo que algunos especialistas hanvenido a llamar manifiestos políticos del fascismo: La inmortalidad. No se puede, ni debe, considerar fascista a un monumento, solo por que contengan elementos propios del régimen, como las “melodramáticas águilas negras de San Juan”, como apunta Ricard Vinyes, si no que tenemos que analizar todos y cada uno de los elementos que lo conforman, tal y como estableció la “Comisión de Estilo para la Conmemoraciones de la Patria” creada ex-profeso por el ilegal gobierno de Burgos en marzo de 1938 para marcar las directrices a seguir en cada una de las fases de construcción de dichos monumentos. Según esa “Comisión” los monumentos debían incluir exaltaciones a la patria, al ejército, a las autoridades políticas, a los mártires o las gestas de la “Cruzada” y a la religión Católica, alma mater de la cruzada anti comunista. Según Ángel Llorente, en su “Arte e ideología del Franquismo 1936/1951” el fascismo Español pretendía seguir luchando contra sus enemigos, la democracia y los demócratas, los nacionalismos, la masonería, el comunismo, etc, etc, pero esta vez en vez de balas y obuses usarían las piedras de los monumentos.

Esos códigos son aun descifrables en los monumentos que aun se mantienen en pie, como el dedicado al crucero “BALEARES” en el parque municipal de Sa Feixina de Palma de Mallorca, que adoptó todos los elementos propios del régimen monumental, incluyendo su lema de batalla “Inmortalidad”, como lo denominaron los autores del proyecto. Es este monumento la máxima expresión del culto funerario a los “caídos” y tan solo cumplían la función de “mostrar las bases nuevas y eternas del Estado de Franco (…) de ahí que los monumentos tuvieran que ser colosales e inexpugnables, reflejo de las instituciones políticas y militares que apuntalaban el nuevo Estado”, en palabras de la obra colectiva “Arte del Franquismo”, editada a finales de los 70. Y gracias al actual consistorio municipal, desoyendo la voz de los ciudadanos, expertos y colectivos de la memoria, el monumento seguirá navegando por las aguas de la historia, con su insultante y humillante mensaje de victoria del fascismo y los fascistas sobre los demócratas y democracias. Que Franco lo inaugurará solemnemente en mayo de 1947, es solo parte del protocolo oficial del fascismo.

Como vemos no hay diferencias sustanciales entre el lenguaje arquitectónico de los regímenes de los “mil años” del nacionalsocialismo Alemán y los “40 años de Paz” del Fascismo Español, ambos pretendían perpetuar las gestas y los prohombres de sus respectivas “cruzadas” con la intención pedagógica y ética de perpetuar sus valores casi eternos y seguir luchando contra los enemigos de la patria. Y a día de hoy, solo el caudillo Español, asesino de masas, esta consiguiendo su objetivo a costa del sufrimiento de sus víctimas y de todos los demócratas y con la colaboración de ayuntamientos, C.C.A.A y gobiernos centrales de multicolor político, que están ayudando que Franco y su “Comisión de Sabios” consigan sus “últimos objetivos militares” tal y como rezaba el último parte de guerra. Lo que en Alemania es delito, la exaltación del fascismo, en España es (a)normalidad democrática. Que cada uno extraiga sus propias conclusiones.

El artículo 15 de la ley 52/2007 tan solo lo podemos considerar como un apaño ante la cantidad de legislación que sobre monumentos, patrimonio y símbolos se ha ido aprobando en los últimos 30 años de democracia, tanto a nivel estatal como autonómico. Además el texto es ambiguo en formas y contenido, por que no hace excepciones entre símbolos de la República democrática y la España Fascista, dejando a una equidistancia imposible a los gobiernos centrales de turno, a los de las C.C.A.A y a los ayuntamientos la última decisión de derribar, contextualizar, o no, los monumentos y los cambios en la toponimia de la dictadura, en base a criterios propios o excusas de tipo sentimental, histórico, artístico o cultural, que ponen en evidencia que pese al tiempo transcurrido des de la muerte de Franco y pese a la enorme visibilidad que tiene su régimen monumental, el reguero de sangre y sufrimiento provocado en sus casi 40 años de dictadura es poco conocido o simplemente aceptado con una normalidad impropia de gobiernos centrales, C.C.A.A, ayuntamientos, etc. Hoy en día en pleno s.X.X.I es más complicado deshacerse de una lápida a los caídos que en 1978. ¿Por que será? ¿que ha cambiado en España en los últimos años para que algunos políticos se aferren con tanta energía a los símbolos del Fascismo?.

La pedagogía alrededor de lo que significó el fascismo para el estado Español se tiene que institucionalizar en los centros de enseñanza, no en la calle, tal y como aprendieron en Alemania y en los lugares que la sociedad designa para la historia y el arte: Los museos. No podemos dejar que la monumentalidad del fascismo eclipse el debate social en el que algunos se empeñan en buscar excusas para protegerlos, calificándolo simplemente como arte, mientras las cunetas están llenas de sus víctimas, que sus sentencias y “enterados” son legales y la toponimia de todas las ciudades comparte víctimas y verdugos en un ejercicio macabro de reconciliación forzosa entre dos concepciones diferentes de lo que algunos nos empeñamos en llamar simplemente vergüenza.

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