Historiador, autor de ´El holocausto español´
Paul Preston: ´Con la memoria histórica la gente busca justicia´
"La herida sigue viva, aunque no estoy tan seguro de que esté tan abierta como se dice en la prensa o como interesa a ciertos políticos"
Paul Preston abelardo comes
Diez años ha invertido Paul Preston (Liverpool, 1946) en el libro ´El holocausto español´, que lleva el clarificador subtítulo de ´Odio y exterminio en la guerra civil y después´. Las 150 páginas de bibliografía son el reflejo de una labor que a punto estuvo de, dice, echarle de su propia casa. En esta obra, Preston pretende mostrar el sufrimiento en esa época tanto de la derecha como de la izquierda
ANDRÉS MONTES
A CORUÑA –¿Cuánto tiempo hay detrás de este libro y cuál ha sido el proceso?
–El libro me costo más de diez años y tiene su arranque en mi tesis doctoral, en la que indagaba ya sobre los orígenes de la guerra. Siempre mantuve el interés por lo que ocurrió en la contienda y, a lo largo de los años, fui haciendo libros sobre distintos aspectos, aunque la curiosidad en torno a lo que les ocurrió a los civiles en la retaguardia se iba incrementando. En 1987 publiqué un libro cuyo título versaba sobre la memoria histórica. Y a finales de los noventa se produjo lo que yo denomino el ´auge de los nietos´. Empecé a comprar casi todo lo que salía sobre este asunto y la cantidad de libros que junté casi me echa de mi propia casa. Entonces tomé la decisión de que para hablar con autoridad había que abordar lo ocurrido en las dos zonas, en la franquista y en la republicana, lo que incrementó muchísimo el trabajo. Esto es una síntesis de libros publicados, de husmear en documentos, de hablar con gente... Utilicé todos los métodos a mi alcance.
–Usted manifiesta que su intención es llegar a la raíz de aquel odio fratricida que estalló en la Guerra Civil.
–Di por terminado el libro cuando consideré que había contestado ya a las preguntas que me había hecho al principio. Las causas de ese odio eran las tremendas injusticias sociales que constituían la nota dominante de la vida en España a comienzos de los años treinta y que se arrastraban desde hace siglos. Con la República hubo un intento de cambiar esa situación, algo que los sectores sociales que habían sacado más beneficio de ella no estaban dispuestos a tolerar. El hambre lleva a la gente a la desesperación y eso puede explicar el odio que estalla en la guerra.
–La de la Guerra Civil es una herida que no se cierra y sigue provocando un fuerte encono social.
–La herida sigue viva, aunque no estoy tan seguro de que esté tan abierta como se dice en la prensa o como interesa a ciertos políticos, porque el paso del tiempo soluciona estas cosas. Los que empezaron la guerra, los militares y sus aliados, cometieron grandes atrocidades que trataron de justificar con la mitología de las dos Españas, la de los espanoles reales y verídicos y la antiespaña dominada por Moscú y los judíos. Durante toda la dictadura nunca hubo el más mínimo intento de reconciliación. Franco quería tener a los españoles divididos en vencedores y vencidos. Con la muerte de Franco ese control desaparece. El esfuerzo de quienes quieren recuperar a sus familiares se ha descalificado como un intento de remover las cenizas, cuando esa gente lo único que quiere es conocer el paradero de sus seres queridos: buscan justicia, no venganza; pero eso incomoda a mucha gente y resulta útil para algunos que agitan de nuevo el fantasma de la guerra.
–Usted identifica en el libro dos maneras de llevar a cabo ese ataque contra la población civil, una de cada bando.
–Existen inmensas diferencias entre lo que ocurrió en cada bando. La primera, la numérica. Los muertos a manos de los franquistas son, como mínimo, tres veces más. En zona republicana el número de víctimas se encuentra en torno a las 50.000, mientras en zona rebelde deben rondar los 150.000. Lo que nos va a llevar a otra diferencia, que es la de la intencionalidad. En la zona rebelde y después, durante la dictadura, las autoridades alentaban las matanzas, mientras que en la zona republicana los responsables trataban de evitar esas atrocidades.
–Se refiere a la matanza de Paracuellos como la peor atrocidad del bando republicano y eso se vincula con Carrillo.
–Decir de Paracuellos "Carrillo es responsable" es insostenible porque había muchos responsables en todo ese proceso. Pero él es un elemento clave en todo eso y resulta absurda su afirmación de todos estos años de que no sabía nada. Es absolutamente evidente que lo sabía porque recibía informes diarios de lo que estaba pasando.
–¿Desentrañar lo que ocurrió en la Guerra Civil contribuye a restañar esa herida?
–Esa es mi esperanza. Espero que este libro contribuya a la reconciliación, porque tratar desde la misma óptica moral a los dos bandos confío que contribuya a mostrar que hubo sufrimiento en ambos lados y que los que lo padecieron eran españoles, sin ninguno de los adjetivos que les colocó la retórica de las dos Españas.
Paul Preston: ´Con la memoria histórica la gente busca justicia´
"La herida sigue viva, aunque no estoy tan seguro de que esté tan abierta como se dice en la prensa o como interesa a ciertos políticos"
Paul Preston abelardo comes
Diez años ha invertido Paul Preston (Liverpool, 1946) en el libro ´El holocausto español´, que lleva el clarificador subtítulo de ´Odio y exterminio en la guerra civil y después´. Las 150 páginas de bibliografía son el reflejo de una labor que a punto estuvo de, dice, echarle de su propia casa. En esta obra, Preston pretende mostrar el sufrimiento en esa época tanto de la derecha como de la izquierda
ANDRÉS MONTES
A CORUÑA –¿Cuánto tiempo hay detrás de este libro y cuál ha sido el proceso?
–El libro me costo más de diez años y tiene su arranque en mi tesis doctoral, en la que indagaba ya sobre los orígenes de la guerra. Siempre mantuve el interés por lo que ocurrió en la contienda y, a lo largo de los años, fui haciendo libros sobre distintos aspectos, aunque la curiosidad en torno a lo que les ocurrió a los civiles en la retaguardia se iba incrementando. En 1987 publiqué un libro cuyo título versaba sobre la memoria histórica. Y a finales de los noventa se produjo lo que yo denomino el ´auge de los nietos´. Empecé a comprar casi todo lo que salía sobre este asunto y la cantidad de libros que junté casi me echa de mi propia casa. Entonces tomé la decisión de que para hablar con autoridad había que abordar lo ocurrido en las dos zonas, en la franquista y en la republicana, lo que incrementó muchísimo el trabajo. Esto es una síntesis de libros publicados, de husmear en documentos, de hablar con gente... Utilicé todos los métodos a mi alcance.
–Usted manifiesta que su intención es llegar a la raíz de aquel odio fratricida que estalló en la Guerra Civil.
–Di por terminado el libro cuando consideré que había contestado ya a las preguntas que me había hecho al principio. Las causas de ese odio eran las tremendas injusticias sociales que constituían la nota dominante de la vida en España a comienzos de los años treinta y que se arrastraban desde hace siglos. Con la República hubo un intento de cambiar esa situación, algo que los sectores sociales que habían sacado más beneficio de ella no estaban dispuestos a tolerar. El hambre lleva a la gente a la desesperación y eso puede explicar el odio que estalla en la guerra.
–La de la Guerra Civil es una herida que no se cierra y sigue provocando un fuerte encono social.
–La herida sigue viva, aunque no estoy tan seguro de que esté tan abierta como se dice en la prensa o como interesa a ciertos políticos, porque el paso del tiempo soluciona estas cosas. Los que empezaron la guerra, los militares y sus aliados, cometieron grandes atrocidades que trataron de justificar con la mitología de las dos Españas, la de los espanoles reales y verídicos y la antiespaña dominada por Moscú y los judíos. Durante toda la dictadura nunca hubo el más mínimo intento de reconciliación. Franco quería tener a los españoles divididos en vencedores y vencidos. Con la muerte de Franco ese control desaparece. El esfuerzo de quienes quieren recuperar a sus familiares se ha descalificado como un intento de remover las cenizas, cuando esa gente lo único que quiere es conocer el paradero de sus seres queridos: buscan justicia, no venganza; pero eso incomoda a mucha gente y resulta útil para algunos que agitan de nuevo el fantasma de la guerra.
–Usted identifica en el libro dos maneras de llevar a cabo ese ataque contra la población civil, una de cada bando.
–Existen inmensas diferencias entre lo que ocurrió en cada bando. La primera, la numérica. Los muertos a manos de los franquistas son, como mínimo, tres veces más. En zona republicana el número de víctimas se encuentra en torno a las 50.000, mientras en zona rebelde deben rondar los 150.000. Lo que nos va a llevar a otra diferencia, que es la de la intencionalidad. En la zona rebelde y después, durante la dictadura, las autoridades alentaban las matanzas, mientras que en la zona republicana los responsables trataban de evitar esas atrocidades.
–Se refiere a la matanza de Paracuellos como la peor atrocidad del bando republicano y eso se vincula con Carrillo.
–Decir de Paracuellos "Carrillo es responsable" es insostenible porque había muchos responsables en todo ese proceso. Pero él es un elemento clave en todo eso y resulta absurda su afirmación de todos estos años de que no sabía nada. Es absolutamente evidente que lo sabía porque recibía informes diarios de lo que estaba pasando.
–¿Desentrañar lo que ocurrió en la Guerra Civil contribuye a restañar esa herida?
–Esa es mi esperanza. Espero que este libro contribuya a la reconciliación, porque tratar desde la misma óptica moral a los dos bandos confío que contribuya a mostrar que hubo sufrimiento en ambos lados y que los que lo padecieron eran españoles, sin ninguno de los adjetivos que les colocó la retórica de las dos Españas.
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