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POR QUE SE PONEN TAN NERVIOSOS?
OPINION-CARTAS 16-11-08
Autor:
Marcos Sejedar Álvarez
El auto del juez Garzón tiene en sí mismo un recorrido previsible, y el recurso presentado por el fiscal jefe de la Audiencia Nacional es una pieza jurídica contundente. Hasta ahí nada sorprende. Cada cual juega su papel, y no cabe duda de que Garzón conoce sus límites declarándose competente para investigar a los desaparecidos del franquismo. Por otra parte, es innegable que los fusilamientos y la durísima represión franquista constituyen crímenes contra la humanidad, por lo cual es falso afirmar que la ley de amnistía de 1977 supuso el carpetazo definitivo al periodo más negro de la historia de España, porque los crímenes contra la humanidad no prescriben nunca y, por tanto, siguen vivos a pesar de aquella línea de perdón que se trazó tras la muerte del dictador, en aras a vivir en un futuro de paz y libertad. En España, las leyes funcionan, y será la Justicia, y sólo ella, la que determine en qué va a parar una iniciativa judicial que ha provocado reacciones virulentas en la derecha civil y religiosa de la España del siglo XXI. Son esas reacciones desaforadas, esos nervios desatados hasta el paroxismo, lo que no acaba de entenderse a la luz de la lógica que marca el nuevo y afortunado tiempo político que vivimos desde el fin del franquismo. Esta nación, que no se ha rendido ante ningún terrorista ni se ha roto en modo alguno como la derecha pronosticó hasta el hartazgo, ha dado sobradas muestras de su capacidad de perdón, y de su madurez para construir una democracia que, gracias a todos, es feliz presente desde hace mucho tiempo.
Aquellas personas que ignoran el paradero de sus familiares, asesinados fría y vilmente en algún barranco ignoto, o en cualquier cuneta indeterminada, tienen todo el derecho del mundo a conocer el paradero de sus muertos, y si es posible, a recuperar sus restos para enterrarlos con la dignidad y el respeto que merecen. Por eso, no es comprensible el discurso repugnante de los que tachan al juez Garzón de enterrador, y hablan de una España similar a un yacimiento arqueológico. Hace falta tener muy poca decencia para manifestarse así. Ante ello, aparecen varias preguntas: ¿Por qué? ¿Qué temen o qué esconden quienes así se pronuncian? ¿Por qué les pone tan nerviosos que pueda abrirse una causa general contra el franquismo? Las respuestas las tendrán quienes las ocultan mezcladas con sus miedos y pasados tenebrosos. El juez Garzón puede haber errado en el procedimiento, pero eso no merece insultos cotidianos cargados de odio y rencor. Por el contrario, hay que agradecerle al magistrado su valor, y tomar su iniciativa como un aldabonazo en la conciencia colectiva que actúe a modo de catalizador, para que miremos a aquella etapa de frente, y ayudemos a muchos de los vencidos a rendir homenaje a quienes fueron despojados cruelmente de toda dignidad.
Por último, y para aquellos que se ríen de Garzón por haber pedido la partida de defunción del dictador, decirles que, efectivamente, Franco ha muerto, pero algunos no se han enterado todavía... o no quieren enterarse, que es aún peor.
Etiquetas: audiencia nacional, Baltasar Garzón, desaparecidos por el franquismo
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