Exalte a Franco; es gratis
Con la excepción de dos concejales del PP, uno víctima de una micción incontenible y otro de una diarrea mental, el Ayuntamiento de Madrid ha aprobado despojar a Franco de los honores que le concedió, entre ellos el de alcalde honorífico e hijo adoptivo. El asunto ha vuelto a levantar el brazo de algunos demócratas de toda la vida. Y es que somos un país muy comprensivo. En Alemania van a la cárcel quienes exaltan públicamente el nazismo; aquí a los modernos nostálgicos de la dictadura les hacemos como poco directores de periódico.
Francisco Marhuenda, mascarón de proa de La Razón, no acababa de entender por qué los populares se habían sumado a la iniciativa de IU. “Hay una cosa que aprendí hace muchos años –explicaba en la Cope–. Si un comunista dice blanco, hay que decir negro”. ¿Su opinión de la dictadura? Pues ésta: “El régimen de Franco tenía una cosa y es que llegaban los mejores en formación”. Con la democracia han ascendido los mediocres, ¿verdad, Paco?
Hay que avisar de estas cosas porque en lanacion.es reventaban los teléfonos. Lo contaba Carlos Dávila en la radio de Don Pelayo: “La gente ha pedido unánimemente que se dé el mismo paso retirando (…) cualquier tipo de mención a personajes como Largo Caballero o La Pasionaria”. Ante el clamor popular, Dávila liderará a las masas. Enviará las firmas a Gallardón, para que deje de hacerse “el simpático ante la progresía”. Su coraje cívico es encomiable.
La verdad revelada nos llegaba de la pluma de Pío Moa, el ex grapo historiador. Como Saulo, Moa cayó del caballo y ha debido de hacerse daño en la cabeza: “Se puede exaltar a los antifranquistas como si ellos hubieran (hubiéramos) sido demócratas y liberales, y en cambio no se puede reconocer que la democracia actual, o lo que queda de ella, viene justamente del franquismo”, escribía en Libertad Digital. Por resumir, deberíamos besar por donde Franco pisaba. Llenaríamos de besos millones de cabezas.
El de los bombardeos
“Eso de andar ahora retirándole a Franco todos los títulos que le otorgaron, es como tratar de borrar la memoria de un amor rompiendo sus cartas”, advertía Antonio García Barbeitio en ABC. Pero de lo que se trata, querido, es de hacer justicia. El “responsable de ordenar que se bombardeara ilegalmente Madrid durante tres años”, como señalaba El País, no puede ser su hijo adoptivo. Hay otras frases que empiezan por hijo mucho más ajustadas.
Francisco Marhuenda, mascarón de proa de La Razón, no acababa de entender por qué los populares se habían sumado a la iniciativa de IU. “Hay una cosa que aprendí hace muchos años –explicaba en la Cope–. Si un comunista dice blanco, hay que decir negro”. ¿Su opinión de la dictadura? Pues ésta: “El régimen de Franco tenía una cosa y es que llegaban los mejores en formación”. Con la democracia han ascendido los mediocres, ¿verdad, Paco?
Hay que avisar de estas cosas porque en lanacion.es reventaban los teléfonos. Lo contaba Carlos Dávila en la radio de Don Pelayo: “La gente ha pedido unánimemente que se dé el mismo paso retirando (…) cualquier tipo de mención a personajes como Largo Caballero o La Pasionaria”. Ante el clamor popular, Dávila liderará a las masas. Enviará las firmas a Gallardón, para que deje de hacerse “el simpático ante la progresía”. Su coraje cívico es encomiable.
La verdad revelada nos llegaba de la pluma de Pío Moa, el ex grapo historiador. Como Saulo, Moa cayó del caballo y ha debido de hacerse daño en la cabeza: “Se puede exaltar a los antifranquistas como si ellos hubieran (hubiéramos) sido demócratas y liberales, y en cambio no se puede reconocer que la democracia actual, o lo que queda de ella, viene justamente del franquismo”, escribía en Libertad Digital. Por resumir, deberíamos besar por donde Franco pisaba. Llenaríamos de besos millones de cabezas.
El de los bombardeos
“Eso de andar ahora retirándole a Franco todos los títulos que le otorgaron, es como tratar de borrar la memoria de un amor rompiendo sus cartas”, advertía Antonio García Barbeitio en ABC. Pero de lo que se trata, querido, es de hacer justicia. El “responsable de ordenar que se bombardeara ilegalmente Madrid durante tres años”, como señalaba El País, no puede ser su hijo adoptivo. Hay otras frases que empiezan por hijo mucho más ajustadas.
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