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Lugar: Buenos Aires, Argentina

Dedicado a los luchadores en la guerra civil española y en la postguerra en defensa de un mundo mejor, aquellos que defendieron un gobierno legítimamente constituído. A través de estos tres blog difundiré testimonios que forman parte de nuestra memoria histórica, escritos sobre los derechos humanos en la Argentina , en España, en Latinoamericana, experiencias del exilio y sobre todo aquello en lo que pueda ayudar a través de la palabra escrita en pos de luchar contra el silencio y el olvido que se cierne sobre la sociedad española de hoy. autorizaron a su publicación. Inés García Holgado

sábado, 26 de julio de 2008

70 aniversario de la batalla de Levante

JOSÉ DURBÁN



70 aniversario de la batalla de Levante

El 23 de julio de 1938, hace 70 años, terminaba la llamada, por Vicente Rojo, batalla de Levante, que se inició como resultado de la ofensiva que el bando franquista había lanzado sobre Castellón y Valencia en abril, tras el desmoronamiento del frente de Aragón.
Tras la partición del sector republicano por Vinaroz, el general Franco optó por orientar sus divisiones hacia Sagunto, operación comandada por el general Dávila, para penetrar hasta Valencia. Como resultado de esta ofensiva, que duró casi cuatro meses, se desarrolló una enconada batalla basada en la lucha de trincheras y fortificaciones, en las que se enfrentaron cientos de miles de soldados republicanos y nacionales y, en las que se produjeron sensibles bajas por ambos frentes, sin obtener, los nacionales, su objetivo tenazmente perseguido.
La fuerte resistencia republicana de la primavera y el verano del 38 aseguró la continuidad de la República durante un año más, cuando la crisis militar y política del gobierno de Negrín y las posibilidades de subsistencia de la población, agotada por dos años de contienda, hacían temer lo peor. Sin embargo, impulsados por el llamado gobierno de guerra en tiempos en los que se decía que resistir era vencer, los republicanos lograron aguantar la embestida enemiga, confiando en una paz negociada en el tablero internacional, que habría sido posible si el apoyo de algunas potencias democráticas europeas hubiese sido menos pusilánime ante las ayudas de Hitler y Musolini a Franco.
Después, tras la derrota del 39, la batalla de Levante pasó al olvido, pero historiadores y especialistas de uno y otro signo la empezaron a renombrar tanto por su importancia militar, por el número de fuerzas empleadas, como por su importancia política. Recientemente, Antony Beevor ha llegado a escribir que la batalla de Levante «fue una victoria mucho mayor que la tan cacareada de Guadalajara, aunque fuera menos espectacular». Paul Preston señalaba sobre el resultado de la batalla algo que iba en la misma dirección cuando escribía: «Sin embargo, la ofensiva de Franco contra Valencia no obtuvo el resultado esperado. Una vez más, los republicanos demostraron su heroica tenacidad en la lucha defensiva». Y sin embargo, cabe preguntarse porque nunca se nos hablo a los Valencianos de la importancia que tuvo en su momento tal acontecimiento bélico.
Cabe recordar en estas fechas el apoyo popular en la defensa de Valencia, solidario en el acogimiento de los refugiados que venían de Castellón, y en la preparación de la defensa militar de la provincia. La construcción de las líneas de defensa de la ciudad fueron obra de las instituciones valencianas, los Consejos locales y el Consejo Provincial de Valencia, las organizaciones sindicales y juveniles, el trabajo de los batallones de obras y fortificación, los reemplazos de la quinta llamada del saco y los prisioneros de guerra y políticos que se movilizaron a millares para la tarea de construir, para resistir como lo había hecho Madrid en el 36. Yo quiero recordar también a algunos de los políticos y personalidades democráticas de mayor prestigio en la Valencia republicana que se acercaron a las mismas trincheras para alentar y apoyar el trabajo de los albañiles, carpinteros, yesaires y todo el personal útil relacionado con los ramos de la construcción reconvertidos, eventualmente, en el ramo de la trinchera. Allí estaban Peset Aleixandre, rector de la Universidad de Valencia, Vicente Marco Miranda, redactor-jefe de El Pueblo en la época de Felix Azzati, el comunista José Antonio Uribes, el ex ministro Julio Just, o el recuerdo épico de los valencianos y su defensa que nos dejó Constancia de la Mora en su magnífico libro Doble Esplendor. Eran tiempos en los que el nihilismo no triunfaba.
Hoy quedan en pie, como naufragio indisoluble de lo que decimos, cientos de elementos defensivos y fortificaciones a lo largo de la geografía valenciana, que son un relato vivo de aquellos hechos. Líneas de defensa y fortificación que sirvieron para detener al enemigo en su marcha hacia Valencia. Fueron famosas las líneas de Levante y de Teruel, más al norte, y la línea X.Y.Z a la altura de Espadán, donde finalmente se estrelló la ofensiva nacional, entre Viver y el Toro, después de días de intensos bombardeos y que hicieron exclamar a Vicente Rojo, que «Madrid revivía en el frente de Viver».
Por detrás de esas líneas principales quedaron otras más cercanas a la ciudad de Valencia. Se quería evitar con ello que la ciudad, en su caso, sufriera el calvario de Madrid con el frente sobre la Casa de Campo. Quizá la más renombrada, de estas líneas de retaguardia, fue la línea Puig-los Carasoles, de la que quedan innumerables restos y que también denominamos Línea de Defensa Inmediata de Valencia.
Pues bien, lo que proponemos desde esta tribuna, 70 años después, es poner en valor la arquitectura bélico militar de la guerra civil española (1936-39) presente en esas líneas de defensa inmediatas a Valencia, para evitar que los coletazos del ladrillo destruyan lo que no pudo destruir el general Dávila, pero sobre todo para fomentar la cultura de la tolerancia y la paz, para que se conviertan estos lugares en centros de ocio y cultura al aire libre y que puedan ser visitados por las generaciones futuras.
En cualquier país europeo como Francia, Alemania, Italia o Gran Bretaña estos restos de las contiendas europeas del siglo XX, son conservados como memoriales de guerra y reciben un apoyo institucional para su mantenimiento. Muchos de los vestigios que quedan en nuestros pueblos son trincheras, casamatas, abrigos, observatorios, puestos de mando, refugios, aeródromos o polvorines, vestigios materiales de la guerra pasada, que deben ser debidamente recuperados y conservados para que formen parte de nuestro patrimonio, pues hoy permanecen, en su mayoría, olvidados evitando que solo lo que se conoce se comprenda y lo que se comprenda se ame.
Algunos ayuntamientos Valencianos están en ese proceso de protección, inventariando y catalogando los restos de la Línea Puig Carasoles, es el caso de El Puig, Náquera, Moncada, Bétera, L´Eliana. También cabe destacar la iniciativa del Consell Valencià de Cultura que junto con la Federació Valenciana de Municipis i Províncies, han iniciado un proceso de inventariado de los restos patrimoniales de la guerra civil en la Comunidad Valenciana vinculándolo a un proyecto europeo denominado Paisajes de Guerra. Medidas e iniciativas que están contribuyendo a una mayor conciencia ciudadana y a la posible puesta en valor de estos elementos que conformarían, en su conjunto, lo que la Ley del Patrimonio Cultural Valenciano caracteriza como sitio histórico. Es hora, 70 años después, que la administración autonómica se incorpore a este conjunto de iniciativas con el fin de preservar para el futuro los restos y bienes de una línea de defensiva con la categoría de Bien de Interés Cultural. También lo debe hacer, en lo que le toca, el Ministerio de Defensa. En un extenso trabajo de campo que vengo desarrollando sobre la Línea de Defensa Inmediata de Valencia he levantado, en estos días, una de las últimas piquetas de las trincheras republicanas que quedaban en la zona, pasará a formar parte de un museo, la guerra terminó, ahora queda la paz, la democracia y el Patrimonio. Que ustedes lo sepan y los valencianos y valencianas del futuro nos lo reconozcan.

*Historiador.

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