Francisco Martínez 'Quico': «Aún conservo todo mi espíritu revolucionario»
Con 83 años, Francisco Martínez 'Quico' es uno de los últimos guerrilleros antifranquistas. Ayer participó en unas jornadas en Sayalonga en las que reivindicó el papel «histórico» del maquis
(Diario Sur, 29-06-09)
EUGENIO CABEZAS| SAYALONGA
«Hay quienes hablan de no reabrir heridas, pero es que las heridas sólo cicatrizarán cuando todos seamos iguales ante la ley, cuando se nos reconozca nuestra lucha en favor de la igualdad, de la justicia, la libertad y la solidaridad». Con estas palabras se refirió ayer el que fuera guerrillero antifranquista leonés Francisco Martínez 'Quico' a la polémica en torno a la Ley de Memoria Histórica, aprobada hace ahora casi dos años.
Este «revolucionario y rebelde convencido» muestra su «desconcierto y desazón» con el texto legal, «que nos ha defraudado a muchos, porque no ha condenado de forma efectiva el franquismo, ni ha anulado los juicios sumarísimos», remarcó Quico durante su intervención en las Segundas Jornadas sobre el Maquis en la Axarquía, celebradas este pasado fin de semana en Sayalonga.
A sus 83 años, este guerrillero asegura que sigue conservando, como el primer día, todo su «espíritu revolucionario». «No pedimos dinero, ni condecoraciones, sólo dignidad y memoria, que no se nos olvide, que no nos borren y nos silencien como han hecho durante décadas los libros de texto, calificándonos de bandoleros, como nos llamaba el dictador», comentó el guerrillero, quien destacó «las duras condiciones de vida» de este ejército clandestino y de resistencia al régimen franquista.
«Esperanzas rotas»
«Con apenas veinte años empecé a actuar de enlace -un término empleado para referirse a los que apoyaban en la clandestinad a los guerrilleros que se instalaron en las montañas-, después formamos una agrupación y estuvimos varios años resistiendo, hasta que todas nuestras esperanzas de que los aliados iban a intervenir en España para acabar con la dictadura, se vinieron abajo», relató.
Así, en 1951 Francisco Martínez marchó al exilio en Francia, donde permaneció hasta 1990. Entonces se instaló en Alicante donde reside. No ha vuelto a su Cabañas Raras natal -un pueblo de apenas mil habitantes junto a Ponferrada, en León-. Desde que llegó, se ha dedicado a dar testimonio de sus experiencias vitales, «para que la gente no olvide». «La Transición quiso hacer borrón y cuenta nueva, pero la historia no se puede silenciar. La gente joven tiene derecho a saber qué le pasó a sus abuelos, porqué fueron fusilados», añadió.
Con 83 años, Francisco Martínez 'Quico' es uno de los últimos guerrilleros antifranquistas. Ayer participó en unas jornadas en Sayalonga en las que reivindicó el papel «histórico» del maquis
(Diario Sur, 29-06-09)
EUGENIO CABEZAS| SAYALONGA
«Hay quienes hablan de no reabrir heridas, pero es que las heridas sólo cicatrizarán cuando todos seamos iguales ante la ley, cuando se nos reconozca nuestra lucha en favor de la igualdad, de la justicia, la libertad y la solidaridad». Con estas palabras se refirió ayer el que fuera guerrillero antifranquista leonés Francisco Martínez 'Quico' a la polémica en torno a la Ley de Memoria Histórica, aprobada hace ahora casi dos años.
Este «revolucionario y rebelde convencido» muestra su «desconcierto y desazón» con el texto legal, «que nos ha defraudado a muchos, porque no ha condenado de forma efectiva el franquismo, ni ha anulado los juicios sumarísimos», remarcó Quico durante su intervención en las Segundas Jornadas sobre el Maquis en la Axarquía, celebradas este pasado fin de semana en Sayalonga.
A sus 83 años, este guerrillero asegura que sigue conservando, como el primer día, todo su «espíritu revolucionario». «No pedimos dinero, ni condecoraciones, sólo dignidad y memoria, que no se nos olvide, que no nos borren y nos silencien como han hecho durante décadas los libros de texto, calificándonos de bandoleros, como nos llamaba el dictador», comentó el guerrillero, quien destacó «las duras condiciones de vida» de este ejército clandestino y de resistencia al régimen franquista.
«Esperanzas rotas»
«Con apenas veinte años empecé a actuar de enlace -un término empleado para referirse a los que apoyaban en la clandestinad a los guerrilleros que se instalaron en las montañas-, después formamos una agrupación y estuvimos varios años resistiendo, hasta que todas nuestras esperanzas de que los aliados iban a intervenir en España para acabar con la dictadura, se vinieron abajo», relató.
Así, en 1951 Francisco Martínez marchó al exilio en Francia, donde permaneció hasta 1990. Entonces se instaló en Alicante donde reside. No ha vuelto a su Cabañas Raras natal -un pueblo de apenas mil habitantes junto a Ponferrada, en León-. Desde que llegó, se ha dedicado a dar testimonio de sus experiencias vitales, «para que la gente no olvide». «La Transición quiso hacer borrón y cuenta nueva, pero la historia no se puede silenciar. La gente joven tiene derecho a saber qué le pasó a sus abuelos, porqué fueron fusilados», añadió.
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