BATALLON COMUNEROS DE CASTILLA
Todos ellos lucharon por el honor, la libertad, por defender un gobierno legítimamente constituído.
A través de este texto, escrito por el Foro Castellano 23 de Abril , www.forocastellano.org deseo recordar a todos los comuneros y en especial Santiago Polo y Polo, a Nélida Masoliver, a mi tío Vicente.
Retrato de una unidad castellana que defendió la República hasta el final.
Este batallón que, tanto en su origen y composición inicial como en el mantenimiento a lo largo de toda la guerra de clara conciencia de identidad colectiva castellana, constituye un vivo retrato del comportamiento del voluntariado castellano que pudo ofrecer resistencia a la sublevación y participar activamente en la contienda en defensa de la República.
El origen de «Comuneros de Castilla» se sitúa en los primeros días de la guerra, cuando a iniciativa de los directivos del Centro Abulense, situado en la c/ Fomento, 11, de Madrid, se difunde la convocatoria a formar parte de una «columna castellana» para liberar a las provincias de Avila y Salamanca. De manera que en los primeros días de agosto -el alistamiento comienza el día 10- han firmado un compromiso de combate un número de hombres y mujeres superior a 200.
A lo largo de la guerra formaron parte de «Comuneros» inicialmente como milicia popular y posteriormente como batallón, un número de hombres superior a los 2.200, manteniendo siempre los de origen castellano-leonés un porcentaje en su composición cercano al 70 por 100. Pero quizas sea más significativo el considerar que en el período de los primeros meses de la guerra -en que se configura como milicia popular, pasaron por la misma 1.503 hombres, dos tercios de los cuales eran originarios y residentes habituales en provincias castellano-leonesas, siendo de destacar también el alto porcentaje de madrileños con vinculaciones familiares en la vieja Castilla.
Recibe su bautismo de fuego inicial contra las tropas africanas del ejército sublevado en sus acciones sobre los pueblos de Griñón, Illescas y Sta. Cruz de Retamar. La experiencia casi inexistente en materia militar se saldó con un resultado desolador: una sucesión de retiradas ante el avance de las tropas marroquíes y un importante volumen de bajas. En otro frente de guerra en el que participó este batallón ubicado al sur de Avila, según afirma el veterano miliciano salmantino Santiago Polo llegaron a perder 70 hombres en una jornada. "No podíamos ver a los marroquies que tenían el sol detrás, pero ellos nos veían perfectamente a nosotros y cuando nos dimos cuenta habíamos caido en una emboscada".
Tras el decreto de militarización, la unidad de voluntarios antifascistas Comuneros pasa a integrarse como Batallón en la 40 Brigada Mixta del ejército popular republicano, con el nombre de Batallón Comuneros de Castilla. Se le dota de mandos más profesionales y mayor material. Se le asigna la defensa de una zona caliente en la capital madrileña: el frente de la Ciudad Universitaria. En este frente, integrado en la 40 Brigada Mixta dentro de la 7ª División al mando del teniente coronel Ortega, permanecerá rechazando los ataques rebeldes casi hasta el final de la guerra.
En efecto, el 7 de noviembre los ejércitos de Franco preveían un desfile triunfal por las calles de Madrid y atacaron masivamente la ciudad. Sin embargo, las experiencias sufridas, la mejora de las capacidades y el espíritu valiente y entusiasta de la retaguaradia permitieron a las unidades republicanas del Ejército del Centro rechazar la ofensiva fascista. El batallón combatió en esas duras batallas de la Ciudad Universitaria y en la Casa de Campo en las que al contrario de lo que ocurriera en su primera intervención militar los soldados de la unidad aguantaron el tipo junto con otras unidades procedentes de las antiguas milicias populares, fundamentalmente las vascas y las anarquistas de Durruti. La encarnizada defensa que realizaron las unidades republicanas de la Ciudad Universitaria obligaron a Franco a desplazar sus objetivos militares a otras zonas.
Con posterioridad a la batalla de Madrid de finales de 1936, el batallón permanecerá durante toda la guerra en las mismas posiciones prácticamente. Era una de las milicias populares mejor vistas por el ejército popular. Luchaban ocho días y descansaban dos.
Vicente García Holgado, a quien pertenece la foto, nace en Buenos Aires hijo de una salmantina de La Fregeneda, volvió a España, estudió medicina en Salamanca. El inicio de la sublevación franquista de 1936, le sorpende en Madrid y decide alistarse con el Número 95 a las Milicias Castellanas Comuneros organizadas por el Centro Abulense de Madrid siendo su número de miliciano el 172. En el documento que acredita este hecho se agrega que solicita voluntariamente formar en dichas milicias el objeto de su unión de las fuerzas y milicias leales al Gobierno de la República y combatir a los rebeldes de Ávila, Salamanca, Valladolid y Segovia, o donde se estime necesario”. Además, pertenece a la asociación de estudiantes izquierdistas F.U.E. (federación universitaria escolar) de la Universidad de Medicina en Salamanca.
Realizó toda su promoción en la unidad y alcanzó el grado de teniente médico. Muchos miembros de ese batallón mantuvieron su compromiso hasta el final y como dice Inés García Holgado, la sobrina de este héroe, hoy son polvo de estrellas... Su papel en estas unidades sin embargo nos reconcilia con la Castilla irredenta. Permite identificarnos a los antifascistas y republicanos castellanos actuales con ejemplos de valentía concretos, con nombres y apellidos y a la postre eleva nuestro orgullo de pertenecer a su misma estirpe. Sirvan estas modestas líneas de homenaje.
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