CARTA QUE ORIGINA RESPUESTA DEL SEÑOR FLOREN DIMAS
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16 de agosto 2008
Setenta y dos años, ¿tanto tiempo! y... ¿tan poco!
16.08.08 -
LOLA RUIZ DOMENECH
EL 18 de agosto, como todos los años, se recuerda a quienes aún permanecen en alguna fosa entre Víznar y Alfacar. Porque, entre Víznar y Alfacar mataron a un ruiseñor. Y con él a muchos más. Muchos más que todavía, después de tantos años permanecen desaparecidos, sin que sus familias sepan a ciencia cierta dónde están, sin que sus familias, si es que quieren, puedan buscarlos, encontrarlos y enterrar sus restos.
La herida abierta de una guerra in-civil tarda mucho en curar. El tiempo, dicen, lo cura todo. Pero junto con el paso del tiempo hay que dar otros pasos para que la curación sea real y no imaginaria. Para curar las amplias heridas que dejó la guerra es necesario recuperar la memoria, reponer la dignidad de las víctimas y sus familias, recuperar los restos de miles y miles de personas desaparecidas, ocultas en la cuneta de alguna carretera, en la vaguada de un montecillo, en la esquina de un camino, en alguna fosa común clandestina. Y hay que hacerlo. Es un homenaje que debemos a las personas que fueron asesinadas, perseguidas, encarceladas, represaliadas, exiliadas por defender la legalidad democrática republicana. A todas ellas y a sus familias. Es reparación, es dignidad, es justicia. Un homenaje que debemos a quienes perdieron su vida para recuperar la memoria y para las generaciones venideras, para que conozcan la historia a fin de que no se repita.
No podemos seguir con la hipocresía de reivindicar la memoria y la recuperación de los desaparecidos en países lejanos como Argentina, Chile o más cercanos como los habidos en la guerra de la antigua Yugoslavia, mientras en nuestro país, en nuestra ciudad, hay familias que no conocen todavía hoy, después de setenta y dos años, dónde están sus familiares. No podemos dejarlo en el olvido. Para poder afrontar el futuro con la mirada limpia, la memoria clara y la esperanza abierta. Un futuro de una sociedad basada en la libertad, la igualdad, la fraternidad y la justicia social.
Disponemos de una ley, la Ley 52/2007, de 26 de diciembre, conocida como Ley de Memoria Histórica. Una ley que a muchas personas nos parece insuficiente, incompleta, pacata. Pero que, al final ahí esta. Una ley que, como recoge su preámbulo «busca la reposición, la dignidad y la justicia de las víctimas y que se hace con la voluntad de reconciliación, concordia, respeto al pluralismo y defensa pacífica de todas las ideas».
Tenemos que aplicarla. Hacerlo en nuestro país y hacerlo en Granada. Y eso significa que desaparezcan en nuestra ciudad aquellos monumentos y/o símbolos franquistas. Como el monumento fascista que existe en la Plaza de Bibataubín. Hay que cumplir con lo recogido en los artículos 17 y 18 de la Ley de la Memoria Histórica y, sin más dilaciones, proceder a su retirada. El espacio que quede puede servir como lugar de reconocimiento para todas las personas asesinadas por sus ideas. Muchas de ellas en las tapias del cementerio de la ciudad, el cementerio de San José. Este lugar hay que transformarlo, adecentarlo y adecuarlo para que quede como testimonio de la memoria; como recuerdo de los que allí murieron; como esperanza de futuro de los que aquí seguimos. Para no repetir la historia. Para hacer realidad lo que la ley plantea en su texto que «la democracia española, y las generaciones vivas que hoy disfrutan de ella, honren y recuperen para siempre a todos los que directamente padecieron las injusticias y agravios producidos, por unos u otros motivos políticos o ideológicos, en aquellos dolorosos períodos de nuestra historia, sobre todo a quienes perdieron la vida, a sus familias y a quienes perdieron su libertad, al padecer prisión, trabajos forzosos o internamientos en campos de concentración dentro o fuera de nuestras fronteras».
Ya es el momento. Hoy hace tantos años, setenta y dos, y tan pocos. Muchos años para que todavía haya desaparecidos, muchos años para que todavía no se haya honrado a todas las personas que perdieron la vida. Y pocos años para iniciar el camino sin vuelta hacia un futuro mejor, donde se abran las grandes alamedas del recuerdo para recuperar la memoria y construir un futuro de esperanza, dignidad y justicia.
En ese futuro, en ese recuerdo, una placa en la tapia del cementerio de San José. Con los nombres de quienes allí fueron asesinados. Con su presencia en nuestros corazones. Con su recuerdo en nuestra memoria.
El Ayuntamiento de Granada tiene la obligación moral de hacerla realidad.
Hoy, sin más dilaciones. Hace setenta y dos años. Tantos años y tan pocos.
FUENTE: http://www.ideal.es/granada/20080816/opinion/setenta-anos-tanto-tiempo-20080816.html
Etiquetas: asociaciones de memoria historica, Diario El Ideal de Granada, granada, ley de memoria historica
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